Calidad informativa para la construcción de una identidad regional
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Editorial: «La era del vacío». Una campaña electoral más

A escasos 43 días de la segunda vuelta electoral, arrancó la campaña en un país con más del 40% de la población en situación de pobreza, con la desocupación rozando los dos dígitos y con más del 51% de inflación interanual. Con referentes provinciales y municipales más ocupados en pertenecer a frentes electorales de apuro que a defender los derechos de la tierra que los vio nacer…

“En política la sensatez consiste en no responder a las preguntas. La habilidad, en no dejar que las hagan” sostuvo una vez el poeta y crítico francés André Suarés.

Este es, en parte, el escenario de varias de las últimas campañas electorales que se han desarrollado en la Argentina. Funcionarios y políticos que no sólo no responden a las principales preguntas con las cuales las sociedades los interroga; sino, además, se presentan ante el electorado con enunciados absolutamente vacíos de contenidos que, en la gran mayoría de los casos, destacan particularidades de sus figuras o conductas como si estas fueran un objetivo en sí mismo.

Estas características transitan un camino que, al mismo tiempo, también recorren muchas de las expectativas de los votantes. Es casi un hecho que para buena parte de los votantes es hoy más importante la metodología, formas y perfil del candidato en campaña que la idea o propuesta -más o menos clara- que éste pueda elaborar para someter a la consideración del electorado.

Dicho de otro modo, el envoltorio es más importante que el contenido. En la política del siglo XXI de una Argentina empobrecida, el cotillón, la espuma y el disfraz pesan más que la razón misma del festejo. Tal vez sea porque no hay mucho que festejar.

Es cierto, los números de “La Reina del Plata” son dramáticamente aplastantes. Pero la pandemia los acentúo y los visualizó con una crudeza inigualable, que se resumen en dos indicadores que arrojan resultados calamitosos: la pobreza con la indigencia incluida, por un lado, que alcanza a más del 40% de la población, siendo el segmento de los niños de 0-14 años los más comprometidos (con más del 54%) y por el otro, el nivel de desocupación.

Para el INDEC ese registro mostró un leve descenso, pero con una metodología de medición en donde –por ejemplo- una persona que haya trabajado por lo menos una hora en la semana anterior a la toma de datos, es considerada ocupada.

Éstos y otros indicadores que podríamos incluir en esta editorial están alcanzados todos por la peor de las pandemias que puede azotar a una sociedad. Argentina es el tercero de los países en el concierto mundial y segundo a nivel latinoamericano con el mayor índice de inflación. El aumento sostenido de precios descansa en un piso del 25% con picos que, por ahora, superan el 51% interanual. No hay enfermedad más nociva, más dañina, más lacerante y más impactante que la inflación. Supera holgadamente inclusive, al propio COVID 19 cuyo virus y sus distintas variantes pueden combatirse o mitigarse con vacunas. Sin embargo, para la inflación Argentina no hay vacuna que valga.

La descripción de este escenario podría incluir también -en una rápida comparación- algunas variables que presentan y describen la decadencia Argentina. Tomando como base el año 2001, año en el que vivimos la peor de las crisis política y económica en la historia de nuestro país, con el presente 2021. Veinte años de muestra.

CONCEPTO 2001 2021
TOTAL DE PLANES SOCIALES (Del Plan Jefes y Jefas a 141 nuevos planes 2 MILLONES 22 MILLONES
CANASTA BASICA FAMILIAR TIPO/ LINEA DE POBREZA $152 (u$s102) $29.000 (u$s 161)
DÓLAR PARALELO/ DÓLAR BLUE (Devaluación del $) 1,5 184
PRESION TRIBUTARIA EN % DEL PBI 18% 34%
CONSUMO AÑO. CARNE VACUNA P/CAPITAL 64 KG 45 KG
CONSUMO AÑO. CARNE DE POLLO P/CAPITA 29 KG 42 KG
Fuente: Instituto de Estudio de Consumos Masivos

 

Lo decidido por las distintas gestiones del peronismo, radicalismo, kirchnerismo, macrismo y la actual “coalición forzada” de distintos peronismos en la administración del país, muestran a las claras la baja (por no decir nula) “legitimidad por resultado” que necesariamente debe acompañar a cualquier administración del partido político o frente electoral que circunstancialmente ocupe el poder.

El escrutinio del pasado 12 de septiembre evidenció primero que más de un tercio de la población no quiso ir a votar (primera señal de descontento y rechazo) y que 18 de los 24 distritos electorales le dijeron “NO es por acá” a quienes ostentan los beneficios del ejercicio del poder.

La respuesta a ese “No es por acá” es tratar de persuadir al electorado con más de las mismas acciones que nos llevaron a este doloroso presente. Nada de los anunciado por Alberto Fernández luego de la “carta” que la Señora Vicepresidente hiciera pública, hace pensar o prever que la estructural crisis que vive la Argentina adquiera un rumbo distinto.

Mientras que este escenario nacional se descompone al ritmo de las necesidades electorales del oficialismo, las provincias (particularmente las del sur del país) seguimos inmersas y condicionadas por el centralismo unitario de quienes toman las decisiones a más de 1800 km de distancia.

Un claro ejemplo de ese condicionamiento son los precios a los que se comercializan cada uno de los barriles de petróleo producidos en esta región del país.

Con el objetivo de mantener electoralmente los precios de los combustibles (naftas y gas oil) a precios congelados en los surtidores porteños y del norte del país, los crudos extraídos en esta cuenca se comercializan a precio de “Barril Criollo”, unos U$S 10 dólares menos que los que se pagarían si se respetara la cotización internacional.

Ésta y otras acciones que vuelven a colocar a esta región en una situación de nueva postergación, se implementan con la anuencia cómplice por omisión de las autoridades provinciales y locales que prefieren “ir a pedir” en vez de reclamar “lo que nos corresponde”.

El centralismo-unitarismo porteño ya no es solo una la descripción de las asimetrías en materia económica es; fundamentalmente, un descalce cultural y mental entre lo que dicen y hacen nuestros dirigentes locales y provinciales, a quienes les preocupa más el proyecto al que dicen pertenecer que la defensa irrestricta de nuestros derechos.

Y todo esto ocurre en plena campaña electoral en donde quienes dicen tener la necesidad de recuperar los caudales de votantes que alguna vez supieron conseguir, intentan alcanzar dicha recuperación de la mano de la pertenencia a un proyecto electoral de circunstancia (de momento) cuando lo que deberían renovar es la pertenencia al lugar que los vio nacer, en definitiva, el lugar que les permitió ser quienes son.

Tal vez por esta razón se hace más presente que nunca la frase del poeta André Suarés: “En política la sensatez consiste en no responder a las preguntas. La habilidad, en no dejar que las hagan”. Pues entonces, las seguiremos haciendo…

Por Sergio Cavicchioli

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