L
a alarma sanitaria nacional se disparó tras la notificación del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS) el pasado 5 de diciembre: un niño de dos años y cuatro meses, residente en Santa Elena, Entre Ríos, dio positivo para sarampión.
El menor presentó fiebre alta y exantema (erupción) a fines de noviembre. La investigación epidemiológica se concentra ahora en un viaje a Casilda, Santa Fe, realizado por el paciente a mediados de noviembre, como el punto crucial para determinar el origen del brote.
La detección obliga a las autoridades a reforzar inmediatamente la vacunación y la consulta médica ante el menor síntoma compatible. Todos los contactos estrechos del menor ya están identificados y bajo seguimiento estricto.
Alerta roja regional y global
Este caso ocurre en un contexto sumamente delicado. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) confirmó que el continente americano perdió su estatus de región libre de transmisión endémica, con Canadá registrando circulación sostenida del virus.
A nivel global, la situación es crítica: la OMS reportó más de 164 mil casos confirmados entre enero y septiembre de este año.
Argentina suma 35 casos en lo que va del año, mientras que en el continente ya se han notificado más de 11.313 casos y 23 muertes, con brotes activos en varios países vecinos (Belice, Bolivia, Brasil, Paraguay y Perú).
El factor clave: La urgencia de vacunarse
Los análisis epidemiológicos son determinantes: el 71% de los casos de sarampión confirmados no estaba vacunado.
Las autoridades insisten en que la mayor incidencia se da en menores de un año, el grupo más vulnerable que depende de la inmunización comunitaria (efecto rebaño) para evitar la propagación. Se llama a la población a revisar de inmediato sus esquemas de vacunación.





