Puerto Madryn fue escenario de una violenta escalada social cuando una protesta por la trágica muerte de un niño terminó con dos efectivos policiales hospitalizados con graves quemaduras.
Los incidentes se desataron frente a la vivienda de Ariel Maximiliano Barrientos, el joven que, conduciendo ebrio, atropelló y mató a su propio hijo de 6 años. La concentración, organizada por familiares y allegados, exigía justicia y manifestaba su indignación por la medida de prisión domiciliaria que beneficia al imputado.
En el intento de contener a la multitud enardecida, dos agentes de la policía provincial resultaron heridos con quemaduras de consideración, lo que obligó a su inmediato traslado a un centro asistencial. Este suceso subraya la extrema tensión y el desborde emocional que rodea el caso, elevando el pedido de justicia a un peligroso nivel de violencia.
 
								 
								 
								 
								 
															




